¡Soñando!
El cielo estrellado, sobre la jábega, en la calmada bahía de Málaga, me mostraba a un Zeus convertido en toro en su intento por conquistar a la princesa Europa. Todo se volvió borroso; tragué agua mientras intentaba subir a la superficie. La mirada del ojo fenicio me aventuró que la suerte estaba conmigo. En la orilla de la solitaria playa pude vislumbrar como una sombra pintaba algo sobre un lienzo; cuando llegué no encontré a nadie. Aturdida, confusa, abrí los ojos, frente a mí estaba el metro de Málaga, que en un suspiro me había contado su gran historia.